Turvilagarcia | Noite Meiga Vilagarcía de Arousa


	LA GALLINA PERVERSA

	En un lugarejo cercano a Muros de San Pedro, vivía un matrimonio en compañía de su única hija. La chica languidecía sin saber porqué, a pesar de que los diagnósticos médicos certificaban un organismo sano y una mente asimismo normal. Los padres de la chica ya no sabían qué hacer para distraerla, pero ella estaba ganada por una evidente desgana por vivir, que la llevaba hacia una consunción completa. Así marchaban las cosas, hasta que un día, observó la madre de la adolescente como una hermosa gallina subía por las escaleras de la casa, para llegar sin el menor rodeo hasta la habitación de la enferma. La sorprendida mujer se fijó con detenimiento en el ave, pudiendo apreciar que ésta portaba un grano de maíz en el pico, que dejó a las plantas de su hija. Hecho esto, la gallina volvió sobre sus pasos, pero en una forma tan resolutiva, como si de una persona se tratase. Profundamente preocupada la buena mujer, decidió vigilar a la chica. Y en efecto, durante un par de días y a la misma hora, volvió a sucederse aquella visita, siempre epilogada por el grano de maíz que dejaba ante la víctima. Que allí pasaba algo anormal estaba más que visto. Por eso, y verdaderamente alarmada, dio cuenta de los hechos a su marido, decidiendo entonces ambos apoderarse del ave. Les costó lo suyo atraparla, pero conseguido esto, y dada muerte, sucedió que la muchacha comenzó a mejorar con tal rapidez que tan solo en un par de meses se convirtió en toda una real moza.


	LOS TRES GOLPES

	La cosa comenzó por una de tantas incidencias de las que todavía se suscitan en las aldeas, en donde los pasos de camino y el agua tienen una importancia que nadie niega. Un hombre, al que llamaremos Antonio, puesto que es persona viva actualmente, tenía una portezuela en una de sus propiedades, paso que abría Pepa de par en par, cuando así le convenía para llevar su ganado por el camino más corto. Pero como Antonio no transigía con los constantes abusos de Pepa, le amonestó seriamente en diversas ocasiones. Los ánimos estaban pues muy caldeados, y por eso cuando el propietario del paso sorprendió a aquella mujer abriendo por enésima vez su puerta, la agarró por un brazo echándola de allí a empujones. Al verse Pepa así tratada, y al darse cuenta además de que en aquel momento se acercaban unos vecinos hacia donde ella estaba, comenzó a pedir auxilio a grandes voces. Ninguna de aquellas personas le hizo caso, sino que por el contrario, la increparon diciéndole: ¡Non se perde nada con que che maten, bruxa do demos...! Las plagas que vertió Pepa sobre Antonio, no son para decirlas, pero si para recordar una que, como vamos a ver, causó los efectos deseados: ¡Dios queira que quedes tullido e rabees coa dor...! Aquella misma noche, Antonio no pudo pegar ojo. Un repentino ataque reumático articular le tuvo a mal traer, yendo peor en meses sucesivos, pese a haber acudido a médicos y especialistas que le llenaron de medicamentos pero que no remediaron sus dolores. Fueron transcurriendo los días y Antonio continuaba en la cama atenazado por los dolores. Pero en este punto crucial de su dolencia, ocurrió que su esposa, aconsejada por una amiga, se decidió a ir a ver a una famosa adivina que gozaba de un elevado prestigio en esta zona. ¡Xa sei a que vés...! le dijo la maga a guisa de saludo: Teu home adoece de door porculpa de unha plaga que lle votaron fai cousa de un par de meses... La mujer de Antonio, toda oídos, quedó de una pieza. ¡Mira! le recomendó la maga Tu marido sanará enseguida si sigues al pie de la letra lo que te voy a mandar que hagas. Buscas primero un huevo de gallina negra, que esté podrido, y lo guardas en el bolsillo del delantal. Después haces por encontrarte con tu vecina, y sin que nadie te vea, le estrellas el huevo contra su pecho. Si ella te insulta no le hagas caso y desvíate de su camino. Luego, aquella misma noche, después de que hayan dado las 12, te acercas hasta su casa y llamas fuertemente a la puerta dando tres golpes durante tres veces. Ella saldrá a la ventana para saber quien es el que llama, pero tú finges la voz para que no te conozca. Regresó la buena mujer a su casa y al día siguiente hizo toda tal como se lo había mandado la maga. Al día siguiente la esposa de Antonio puedo enterarse de que Pepa había enfermado gravemente la noche anterior. Sus desgarradores gritos despertaron a los vecinos, quienes compadecidos de aquellos conmovedores gemidos, fueron en busca de un médico. Y mientras Pepa tuvo una buena temporada de cama el caso fue que Antonio comenzó a mejorar de tal manera que a los pocos días de esto ya se había integrado a sus arduos trabajos de labriego.